sábado, 23 de julio de 2011

Los que son clavados en la Cruz

Dr.Juan Barek/Presidente Ministerios Logos, Rector ULD.

Estados Unidos, Florida, Miami.-"(Lucas 23:26-49)Desconocemos el número de los hombres que eran llevados para ser crucificados cuando se daba esta pena máxima, tan cruel y tan humillante para las víctimas.

Se ha sabido por la historia que Alejandro Magno hizo crucificar en un solo día unos dos mil tirios. Y en el año 7 d. C., un procurador romano en Judea hizo crucificar a un número similar de rebeldes. Siempre me ha llamado la atención por qué Jesús no fue ejecutado sólo.

Fue acompañado por dos malhechores que estuvieron, uno a su derecha y el otro a su izquierda. ¿Pero por qué dos hombres y no más? ¿Qué verdades nos quería revelar Dios respecto al pecado, con estos dos hombres que morían al mismo tiempo que Jesús? Cada uno de esos tres hombres tuvo que ver con el pecado. Cada uno de ellos se enfrentó al pecado de maneras muy distintas.

Por lo menos dos de ellos representan a la humanidad y la forma como ella encara la realidad del pecado.1. Tenemos a un hombre muriendo en sus pecados. Uno de los malhechores se unió al escarnio público, y usando el mismo lenguaje que era parte de su vida, le exigía a Jesús que lo salvara de aquel terrible momento, pero sin que en sus palabras se evidenciara el más mínimo quebrantamiento de su propia condición.

Ese hombre murió en sus propios pecados. Su orgullo no le permitió ver que la salvación no es algo que la merezcamos, sino algo que se recibe por gracia. El triste cuadro de nuestra humanidad sigue siendo el mismo. Muchos prefieren morir en sus pecados, aunque tengan una salvación tan cerca.2. Tenemos a un hombre muriendo a sus pecados.

Es posible que este otro malhechor en algún momento también estaba exigiendo la salvación por un derecho (Mt. 27:44), en lugar de buscarla por la gracia a través de la fe. Sin embargo, tuvo la valentía de reprender a su compañero, y de reconocer que ellos si eran culpables, pero el hombre que está en medio de ellos era inocente.

En su propia condición él tuvo esta revelación: "Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo" v.41. Esta actitud habla de arrepentimiento. Habla de lo que Dios busca en cada ser humano para salvarle. El cielo no se logra sin arrepentimiento previo. Hay que morir a los pecados. Hay que clamar, cual ladrón arrepentido, "Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino" v. 42. Este hombre representa a esa gente que reconoce sus pecados y se arrepiente.

Que no espera, que por ser "buena gente", el cielo le pertenece por herencia.3. Tenemos a un hombre muriendo por los pecados. Por supuesto que este no puede ser otro sino Jesús. Todo los testimonios acerca de su persona coinciden: el no hizo maldad ni había razón para morir de esta manera. Entre esos veredictos, el del soldado que participó de la crucifixión, es elocuente: "Verdaderamente este hombre era justo" v. 47.

Pero, ¿por qué lo están matando? ¿Por qué tenía que morir si él era inocente? En estos dos mil años no se ha podido encontrar verdaderas evidencias para justificar la muerte de Cristo. Por lo tanto, su muerte tiene una solo explicación. La muerte de Cristo fue la voluntad divina; esa fue la primera batalla que Jesús libró en el Getsemaní. Jesús estuvo de acuerdo con ello. Cuando aceptó la voluntad divina de "tomar la copa amarga", había estado de acuerdo con su Padre que esta era la única manera para salvar a la humanidad.

El pecado no podía ser borrado y limpiado de otra manera. Todo lo hecho anterior a él, no fue sino sombra de lo que ahora Cristo es su realidad presente. El pecado corrompió lo que fue creado a "imagen y semejanza" de Dios. Sólo la sangre de Cristo podía limpiar y quitar la culpa del pecado. Jesús murió por nuestros pecados.

Esta es la revelación del plan eterno de salvación. Su muerte nos asegura eterna salvación. Usted no tiene porque morir en sus pecados, pero si tiene que morir a sus pecados, para que aquel que murió por sus pecados, un día él le lleve al paraíso donde está el ladrón arrepentido, el primer fruto de la cruz. Es cierto que nosotros no tuvimos en el momento cuando crucificaron al Señor. Pero las actitudes de aquellos protagonistas, los representamos en cualquier momento de la historia.

Hemos hablado de aquellos que ayudan a llevar la cruz; de los que lloran por causa de la cruz; de los que ofenden la cruz y de los son clavados sobre la cruz. Entre los que fueron clavados sobre la cruz hay las dos representaciones de la humanidad. Están los que aún teniendo la salvación tan cerca, prefieren morir en sus pecados. No admiten la necesidad de un Salvador, mucho menos la necesidad de arrepentirse. Hay una inmensa mayoría que cree que no tiene nada de que arrepentirse.

Pero está la otra parte. Aquellos que con humildad de corazón reconocen que son pecadores, y en total arrepentimiento, deciden rendirle su corazón a Jesús. ¿Con cuál de estos grupos nos identificamos? La muerte de Jesús fue la expresión más sublime del amor de Dios por tu vida y la mía. ¿Cuál será tú respuesta frente a todo esto?


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